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 Nota facilitada por: Rocío




 

HOY CELEBRAMOS EL DIA MUNDIAL DEL CONSUMIDOR

El ombligo de Venus
Edith González Fuentes
15 de marzo de 2007

Por otra parte, ¿a quiénes podrían recurrir, por ejemplo, las personas a las que les impidieron la entrada a un partido de futbol en Monterrey, ¿Cuál instancia del gobierno me defiende de un restaurante que me sirva la comida “pasada”?

Corajes van y corajes vienen. Por lo general, nos los tragamos. Ni qué decir si la compra la hacemos en el comercio informal, dependemos únicamente de la buena voluntad del vendedor para hacer valer nuestras reclamaciones.

La publicidad informa e invita al consumo; ¿cuándo nos dicen la verdad?, ¿quiénes los controlan?

Nosotros, los consumidores finales, estamos desprotegidos, pues pocas son las casas comerciales que realmente se responsabilizan por la calidad de lo que venden.

En muchas te dicen “vaya con el fabricante o representante”, y si es así, ¿quién nos paga el tiempo perdido y el transporte usado? o, en otra situación, “ya venció la garantía”, nos dicen, pero claro, no escribieron la fecha de compra ni la sellaron en ella.

Me enteré de que si pierdes el boleto del estacionamiento, bastaría con que acreditaras la propiedad del automotor para que te lo entregaran, no deben de cobrarte por el boleto perdido, medida que nadie respeta.

Estas reflexiones las hacemos todos los días de nuestra vida, y por ello, al escuchar en la radio un anuncio que cuestionaba la calidad de los quesos tipo panela existentes en el mercado y convocaba a comprar la Revista del Consumidor para informarse al respecto, le hice caso.

Así me enteré de que el 15 de marzo es bien importante, pues es el Día Mundial del Consumidor. Por fin encuentro una celebración que no mira al pasado, sino al presente y al futuro.

Es de esos días en los que la propaganda gubernamental nos debería regalar su tiempo —más bien, el tiempo de los ciudadanos administrado por los servidores públicos— para recordarnos nuestros derechos como consumidores y las obligaciones de los proveedores de bienes y servicios. Desconocer que la Asamblea General de las Naciones Unidas promulgó siete derechos básicos del consumidor en 1985 es indignante.

Peor es que casi nadie los dé a conocer; ellos son: derecho a la información, a elegir, a la no discriminación, a la protección, a la educación, a la seguridad y calidad y a la compensación.

Así como existe el buró de crédito, los compradores de bienes y servicios tenemos la posibilidad de conocer el comportamiento de los proveedores en la página www.profeco.gob.mx o al 5568-8722 para la gente del Distrito Federal y 018004688722 para el resto de la República.

En estos teléfonos o en cualquiera de sus delegaciones, la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) nos asesora y atiende para que recurramos a una queja o una denuncia de acuerdo con la Ley de Protección al Consumidor, en los casos en los que nuestros derechos no sean respetados.

La Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (Condusef), cuya responsabilidad es intervenir en las controversias entre los particulares y los bancos, no está a la altura de las necesidades ni de los tiempos, pues no cuenta con responsabilidades vinculatorias; aunque es oportuno reconocer que es un primer paso para protegernos de la gran cantidad de irregularidades contra los usuarios del sistema financiero.

Este 15 de marzo, Día Mundial del Consumidor, reconocer y aplaudir a una instancia que ha hecho grandes esfuerzos en pro de los mexicanos es una cuestión de dignidad, de aliento y ejemplo, para demostrarnos que cuando nos lo proponemos, construimos instituciones sólidas y benéficas.

Es hora de mejorar a la Profeco. El PLIS cree que debe impedirse la duplicidad; es irónico que contemos con la Lotería Nacional y Pronósticos Deportivos, con la operación de instituciones como éstas se disparan los gastos de administración, mermando el cumplimiento de los objetivos para los que fueron creadas.

Algo similar sucede entre la Profeco y la Condusef. Ésta podría integrarse a la Profeco.

Una segunda propuesta es que a la Profeco se le diera la atribución de actuar de oficio por sí misma, en las irregularidades y abusos graves cometidos por los proveedores de bienes y servicios en prejuicio de los consumidores. También, que la Procuraduría contara con ministerios públicos y policía especializada en delitos contra el consumidor.

Por último, supervisar que la publicidad cumpla con la ética prevista por las leyes, éste sería un gran aporte a la sociedad.

Un breve parpadeo: murió Antonio Ortiz Mena, y con él la época económica de la década de los 60 del siglo pasado conocida con el nombre de desarrollo estabilizador. Sus éxitos no se proyectaron al exterior, y ahora padecemos falta de rumbo.

El Universal (15 de Marzo de 2007)
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