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 Nota facilitada por: Rocío




 

EL MÉXICO DEL SIGLO XIX, VISTO POR MUJERES
(PRIMERA PARTE)

El ombligo de Venus
Edith González Fuentes
28 de junio de 2007

Ambos resultaron claves para lo que se conoció como el progreso. Claro está que ya no se trataba de la ciencia e industria practicada hasta entonces. Esta nueva magia ya se refiere a la industria con nueva tecnología, su nombre; a la máquina de vapor, a la aplicación consciente de la ciencia, que encontrará en la industria su principal campo de trabajo, de donde surge una nueva organización racional del trabajo.

Una de las formas de conocer la realidad —de reconocerla— es a través de los incansables viajeros europeos que nos visitaron, de entre los cuales, el más conocido es el barón de Humboldt. A contrapelo de la creencia de que todas las mujeres durante el siglo XIX sólo se dedicaban al ornato o al trabajo doméstico, visitaron nuestro país algunas que escribieron con tino, armonía, precisión y agilidad sobre modalidades y matices de los que nadie se había ocupado y que para nuestra fortuna fotografiaron al México cotidiano del siglo XIX.

De origen anglosajón, quizá las cinco más importantes son:

La marquesa Calderón de la Barca, Fanny Chambers Gooch, Brilliana Harley de Tweedie, Edith O’Shaughnessy, Leonor Blakemore de Moats, Rosa E. King e Irene Nicholson.

Veamos qué nos dice Leonor: “...Wallace me explicó que los mexicanos temían al aire nocturno y preferían respirarlo tamizado a través de sus cobijas y por eso los peones se envolvían hasta las narices... Contratamos un destartalado carruaje, jalado por dos esqueléticos caballos, que más parecían conejos... alejándonos (rumbo a Monterrey) por estrechas calles empedradas y oscuras como boca de lobo.

Las casas parecían estrujarse y rremolinarse frente a nosotros... El hotel era de una simplicidad medieval. Fuimos conducidos a un enorme y frío cuarto con seis ventanas como de unos 20 pies de altura y que iban del techo al piso y todas con vista a la calle. Como recámara nupcial era en verdad de exposición. Podíamos escoger entre cuaro camas. El piso era de piedra. No había baño. La letrina del hotel era para hombres y mujeres... A la mañana siguiente desayunamos en los portales del hotel; espeso chocolate nativo con fuerte sabor a canela y bollos duros. El café me pareció muy negro y muy cargado, y no me arriesgué a tomarlo. Toda la plaza se llenó de vida. Boleros ofreciendo sus servicios, queriendo lustrar mis blancos botines. Vendedores apareciendo por todos lados como hongos, ligeramente malolientes.

Una gran soledad me invadió. Era medianoche. Salí a uno de los balcones y la ciudad parecía vacía. Los únicos ruidos que se oían eran las campanas de la iglesia al marcar las horas o el silbato del policía de la esquina, luego los silbatos más lejanos de otros policías contestando. (En esos días, estos se dejaban oir cada cuarto de hora. Uno se acostumbra a esos sonidos nocturnos y luego los ama. Los extraño, en estos postreros días revolucionarios, más que a cualquier otra cosas)... El domingo era día de mercado en aquella región rural. Así que llegando ese día, Wallace, muy temprano, fue en busca del puerco; después de un buen rato de regatear consiguió una ganga, pues por los mismos cinco pesos con cincuenta centavos que había pagado por él, iba incluida: la matanza, limpieza y corte del animal...” .

La señora Moats permaneció en el país 25 años. Fue una mujer de gran belleza y vivacidad, una aristócrata traviesa con aspiraciones literarias. Su obra Thunder in their Vein, es de recuerdos personales; libro ingenuo y sencillo que plasma sus vivencias, reacciones, aventuras y desventuras en los momentos de paz o turbulencias. Tiene un estilo que mezcla el buen humor, la farsa y la despreocupación.

Esta autora presenció las postrimerías del porfirismo, la Revolución y algunos años de Obregón y Calles.

La marquesa Calderón de la Barca (Fanny Inglis) nació en Edimburgo; a la muerte de su padre, siendo niña, emigró a Estados Unidos. Arribó a México en 1839, quedándose por poco más de dos años. Life in Mexico, During a Residence of two years in that Country es un texto que ocupa un lugar destacado en la extensa bibliografía de memorias de los viajes por el territorio nacional. Escribió de manera detallada y sugestiva, nada para ella pasa inadvertido, todo lo que ve es analizado y transcrito con gran entusiasmo. La lectura se goza debido a su sinceridad; narra lo positivo y lo negativo, sin exagerar. Su ironía es discreta, no llega a la caricatura o a falsos elogios aduladores, no obstante los escasos conocimientos que esta culta mujer tenía del país.

Gocemos: La Viga. “Este paseo ahora se está poniendo de moda. Le bordea un canal, con árboles que le dan sombra, y que conducen a las chinampas y se ve siempre lleno de indios con sus embarcaciones en las que traen flores, frutas y legumbres al mercado de México. Muy temprano en la mañana, es un agradable espectáculo verlos cómo se deslizan en sus canoas, cubiertas con toldos de verdes ramas y flores”.

El Universal (28 de Junio de 2007)
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