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 Nota facilitada por: Jessy




 

RECUERDO DE UNA FEMINISTA NO MILITANTE:
MARÍA VICTORIA LLAMAS

El ombligo de Venus
Edith González Fuentes
10 de Enero de 2008

Estiro los brazos y trueno los dedos con emoción, los deslizo por el teclado de la computadora con singular cuidado y preparo el reencuentro con mis amigos lectores.

Para ti evoco un ciruelo para este 2008, en Japón figura entre las plantas de buen augurio. Juntos volemos con garzas, cigüeñas e ibis, aves destructoras de serpientes, adversarias del mal, símbolos de Cristo.

“Mi abuelo materno estuvo en la cárcel a los 16 años porque se rehusó a ser reclutado por el ejército zarista en la guerra ruso-japonesa. A los 60 y tantos años volvió a estar encarcelado en la España franquista por haber sido traductor del gobierno republicano. Mi abuelo paterno estuvo preso acusado de ser masón. En mi familia las mujeres también asumían riesgos. A mi mamá la encerraron en un campamento de castigo en Francia con lo que se consideraba lo peor de la época: las gitanas y las prostitutas. Ella hablaba francés y les traducía a las demás y eso no se lo podían perdonar fácilmente.

“Soy la primera de todas las generaciones de mi familia que nació en el continente americano. Mis padres (hija ella de un judío ucraniano y una católica lituana, y él de una vasca y un riojano) llegaron a Veracruz a bordo del barco Sinaia, el 13 de junio de 1939. Yo nací en 1940 en la ciudad de México.

“Cuando surgió el movimiento feminista yo vivía en Nueva York y me resultó muy atractivo. Sin embargo, creo que no ha avanzado lo suficiente. Quienes sostienen que ser feministas supone no afeitarse las piernas, no usar barniz de uñas y no peinarse se quedaron en los 60.

“Yo me considero feminista aun cuando algunas de ellas me excluyen por no ser militante. El feminismo se hace todos los días con las actitudes, los comentarios y en cada momento de la vida. Es la necesidad de reivindicar una situación muy dispar en todos los ámbitos, desde en la educación hasta en la alimentación; sin embargo, es un error pensar que las mujeres tienen que odiar a los varones y decir que nuestro género va a hacer todo mejor que ellos.

“De lo que se trata es de abrir el acceso a esferas donde se toman decisiones. Lo peor que podemos hacer las mujeres es no darnos mutuamente la mano y no ayudarnos entre nosotras. Hay quienes piensan que únicamente se puede ser feminista trabajando fuera de la casa, sin respetar a quienes eligen quedarse en el hogar con los niños, temporal o permanentemente. Creo que estamos atrasadas, hay demasiados grupos de poca influencia y escaso conocimiento para aprovechar los medios de comunicación…”

Estas sabias e incluyentes apreciaciones sobre la igualdad de género, empíricas y dignas de consideración, las tomé directamente de una conductora y productora de programas de radio y televisión, entre un sinfín más de actividades desarrolladas en el ámbito de la comunicación y la cultura. Su nombre: María Victoria Llamas. Descanse en paz.

Hace 232 años, el 10 de enero de 1776, Thomas Paine publica en Estados Unidos un llamado a la independencia de Estados Unidos, conocido con el nombre de El sentido común; el tiraje alcanzó el medio millón de ejemplares (3 millones habitaban las colonias en aquel entonces). Esta fue una de las fuentes en las que se inspiraron los redactores de la Declaración de Independencia, dada a conocer seis meses después.

Paine llegó desde Europa a Filadelfia en 1774 y dirigió la revista Pennsylvania Magazine y publicó varios escritos en los que atacaba la esclavitud y defendía los derechos de la mujer. Este revolucionario regresó al viejo continente después de la guerra de independencia de Estados Unidos y prosiguió sus actividades libertarias, al grado que fue expulsado de Gran Bretaña y encarcelado por Robespierre en Francia.

El texto de El sentido común tiene un valor trascendental ya que no fundamenta sus ideas en doctrinas políticas o de otro género, sino en experiencias de los seres humanos y en la razón. Su influencia fue tal que al momento de aparecer, nueve de cada 10 colonos estadounidenses se oponían a la independencia de su territorio y este apasionado enemigo de la tiranía, logró cambiar la mentalidad del común de la gente en pro de la separación de Gran Bretaña y la creación de una nueva nación.

Este olvidado y subvaluado pensador fue criticado por los leales a la corona como un panfletista, ignorante de la historia moderna y del pensamiento político, con una mezquina perspectiva del futuro.

Tomemos algunas ideas de Paine; quien pensaba que lo esencial no era rechazar los aranceles e impuestos, sino encontrar la plena soberanía del país y sustituir el “guante de hierro” del rey, por una república democrática e independiente en las colonias: “La autoridad británica sobre este continente es una forma de gobierno que tarde o temprano debe de llegar a su fin”, además, no se obtenía ninguna compensación por las riquezas extraídas. Afirmaba que los gobiernos están para buscar el respeto a los derechos inalienables de los hombres tales como la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad, y que el gobierno que falta a lo anterior, le da al pueblo el derecho de cambiarlo. También criticó los altos impuestos dictados por la corona que sólo fomentaban el contrabando y la corrupción. La causa americana era de sentido común.

El inicio de El sentido común es demoledor, en éste se lee: “Algunos escritores han confundido de tal manera la sociedad con el gobierno que han hecho escasa o ninguna distinción entre ambos, a pesar de que no sólo son diferentes, sino que tienen orígenes distintos. La sociedad es obra de nuestras necesidades, y el gobierno de nuestra perversión; la primera promueve nuestra felicidad positivamente al unir nuestras afecciones, el último, negativamente, al refrenar nuestros vicios. Una favorece la cooperación; el otro crea distinciones. La primera es un patrón; el último, un verdugo”.

Con todas las atrocidades provocadas en Afganistán e Irak, entre otras, y las que se pretenden realizar en Irán, sin olvidar genocidios como Vietnam o Camboya, o el atropello de los derechos ciudadanos en nombre de una nebulosa guerra contra el terrorismo, muy conveniente y certera se vuelve la lectura de Thomas Paine y el regreso al espíritu libertario que dio origen a una gran nación.

Un breve parpadeo: déjenme soñar con un propósito de Año Nuevo. En la capital del país (aunque no es exclusividad) nos estacionamos en lugares prohibidos, estorbando la libre circulación de automotores. Eso sí, ponemos las intermitentes, y con ello nos quedamos con la convicción de que nuestro vehículo se hace invisible y no le causa perjuicio a nadie ¿No sería mejor no estacionarnos mal y con ello colaborar a la fluidez del tránsito?

El Universal (10 de Enero de 2008)
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