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 Nota facilitada por: Jessy




 

UN CID PARA LA JUVENTUD

El ombligo de Venus
Edith González Fuentes
22 de Mayo de 2008

Un día como hoy, pero de 1889, Monterrey escuchaba por vez primera el llanto de Alfonso Reyes.

Abogado, historiador, literato, poeta y ensayista. Soy “especialista en universales” dijo, quizá inspirado en los enciclopedistas Chambers y Diderot.

Octavio Paz refiere del Premio Nacional de Literatura 1945: “El amor de Reyes al lenguaje, a sus problemas y misterios, es algo más que un ejemplo; es un milagro.”

Miembro fundador del Ateneo de México, del Colegio Nacional, del Colegio de México, del Instituto Francés de América Latina, también director de la Academia Mexicana de la Lengua y de los primeros en estudiar a Juana Inés de la Cruz.

Considerado por propios y extraños como un talento en el manejo del lenguaje. Jorge Luis Borges dijo que Alfonso Reyes ha escrito la mejor prosa castellana de la época. Tenemos la posibilidad, ¿la obligación?, de convertirlo hoy día, en un Cid para las nuevas generaciones, que las guíe en defensa del idioma, de nuestra expresiones. No se trata de negarse a lo nuevo, a la tecnología, pero conservemos y mejoremos la riqueza del castellano.

A propósito del México que estamos construyendo, Reyes diría: “En suma: deje cada uno vivir al otro y, por su parte, procure hacer bien lo que tiene entre manos.”

El creador de la cátedra de historia de la lengua y literatura española en la Escuela Nacional de Altos Estudios experimentó un gran magnetismo por Grecia, enlace entre lo europeo y lo americano y asombroso ejemplo a seguir para quien desee incursionar en el ensayo.

Ante tal cúmulo y avalancha de información al unísono del aparente desprecio por la cultura general de la sociedad, sería preciso oír a Reyes.

Nueve universidades, tanto extranjeras como nacionales, le otorgaron doctorados honoris causa a don Alfonso, quien publicó en España su obra más famosa, concebida con gran amor a la patria: Visión de Anáhuac, en la cual revive el valle desde la conquista española hasta principios del siglo XX y comienza con la siguiente invocación: “Viajero: has llegado a la región más transparente del aire.” ¿La recuerda? (Continuará)

Un breve parpadeo: penoso resulta que el albañil construya para los demás y esté casi impedido para construirse un futuro halagador, con dignidad, salud, esperanza.

El Universal (22 de Mayo de 2008)
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