CINEASTA MEXICANO QUE
SE COMPROMETE Y TRABAJA
El ombligo de Venus
Edith González Fuentes
07 de junio de 2007
El violín... decir que es un instrumento musical sería demasiado frío; no, no es sólo eso.
Es algo indescifrable que produce magia, según palabras de Nacho Toscano.
Pero El violín también es una obra maestra del nuevo —“nuevo”— cine mexicano, recomendable al 1000%.
Está la conmovedora y realista actuación de don Ángel Tavira, apoyado por un sensible director y equipo actoral; la fotografía, que por momentos recuerda a Tarkovsky y por otros a don Gabriel Figueroa; el argumento inteligente, cinematográfico, pero real y los personajes perfectamente identificables en el crudo México donde se encuentran: una sierra inhóspita donde los derechos humanos más básicos se olvidan, donde un camión de pasajeros se antoja lejano.
Recuerdo vivo del México pre-revolucionario. Ese que parece tan lejano y que sin embargo nos sigue desangrando desde cualquier esquina urbana hasta en la sierra de Guerrero o Veracruz.
Donde un militar se transforma por el miedo, pues, al igual que los otros, ya no sabe en quién confiar. Letal puede ser desde una monja hasta una mujer embarazada, o como en el caso de la cinta: un viejo, don Porfirio Hidalgo, personaje entrañable tanto por su sabiduría como por su ingenuidad; por la cálida manera de interpretar una melodía.
O como en el caso terrible de Sinaloa, miedo a una familia que a su vez teme al retén militar, resultado: cinco muertos, tres niños y dos adultos. ¡Así nomás!
¿Realmente creen las autoridades que los retenes y los operativos sirven de algo? Digo, si yo fuera narco no pasaría por ahí. Pocos casos son denunciados y en los pocos registrados, como el de Mayo Zambada y sus empresas, no se ha procedido en consecuencia.
Ya lo dijo el mismo Carstens: por la frontera mexicana sale la droga, pero entran las armas.
Y la neta los verdaderos narcos, los pesos pesados, no se encuentran en las calles, sino en casas de zonas residenciales.
Quiero pensar que realmente lo de la casa de los chinos y sus más de 200 millones de dólares no fue un pitazo, sino una investigación en forma, entonces tendremos muchos más de estos hallazgos. Esto, más el fenómeno que el narcomundo ha producido en sus nuevas generaciones —en Colombia les llaman los narco-yuppies y son muy difíciles de detectar—. Son chicos guapos, educados en las mejores universidades, que hablan varios idiomas, discretos al vestir.
¿El narco infiltrado en campañas políticas? Ojalá y no.
Por lo pronto, lo único que podemos hacer es abrir los ojos, tomar en serio lo grave de la situación y concienciar a nuestros hijos.
Y a la madre de Francisco Vargas Quevedo, director de El violín, gracias por regalarnos a un mexicano quien no sólo es comprometido, sino que sabe narrar una historia hasta desangrarnos el alma.
Un breve parpadeo: anteayer se celebró (o debería decir conmemoró) el Día Mundial del Medio Ambiente, en este tenor Barranca de Hueyetlaco es mucho más que un pleito entre ricos, es el derecho como ciudadano a vivir en un estado de derecho. El derecho a conservar el medio ambiente y a heredar bosques y oxígeno a nuestros hijos.
Lo que está en juego no es el capricho de un pequeño grupo de colonos, es la vida de varias especies animales que habitan la zona. Son nuestras áreas verdes y mantos freáticos (acuíferos). Lo que está en juego es nuestra vida.
¡Basta! ¡Basta! Son más de 40 años de favorecer a especuladores, y son los mismos nombres.
Otro brevísimo parpadeo: Enrique Peña Nieto prometió que el asesinato de Aldo Zamora no quedará impune. Pido humildemente al mandatario que cumpla.
O sea que como dice “Monsi” en el 40 aniversario de Cien Años de Soledad, “en el límite de la desesperanza no todo está perdido”.
El Universal (07 de Junio de 2007)
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