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GUILLERMO PRIETO, LA DEFENSA CON LA PALABRA

El ombligo de Venus
Edith González Fuentes
07 de Febrero de 2008

“Era la joven Vicario, y era su nombre opulento prodigio de entendimiento y de virtud relicario. Ardiente se enamoró de hombre que en nuestra historia, es honor, y luz y gloria su nombre: Quintana Roo. Quintana era cual conciencia del ejército insurgente y era su pluma elocuente alma de la independencia.”

“Levanten esas armas ¡Los valientes no asesinan!”. Famosas palabras que tienen la magia de envolver un acto de lealtad y valentía del liberal mexicano Guillermo Prieto. Las dijo al interponer su cuerpo entre el presidente de la República Benito Juárez y los soldados de la guardia del sublevado Félix Zuloaga, quienes pretendían fusilarlo. Cuenta don Guillermo en sus memorias que él prosiguió la defensa con la palabra, sin saber lo que decía y culminó así: “Si quieren sangre, bébanse la mía.” Algunos miembros del pelotón lloraron y le pidieron perdón a Benito Juárez, quien siguió con vida, y con él, el férreo liderazgo que permitió la restitución definitiva de la República en la segunda mitad del siglo XIX.

Muchos próceres —de México y del mundo— tuvieron la capacidad de sobreponerse a una niñez difícil, compleja. Tal fue el caso de Guillermo Prieto.

La dicha fue amiga, en los inicios de la infancia, de este gran mexicano, que vio la primera luz en la ciudad de México, el 10 de febrero de 1818. El drama comenzó al quedar huérfano de padre a los 13 años, golpe emocional nunca superado por su mamá, quien perdió sus facultades mentales. Dos costureras de edad avanzada y escasos recursos económicos—deudoras de favores de su familia— le ofrecieron techo. Para mantenerse, trabajó como dependiente en una tienda. Este súbito cambio de vida le permitió tener contacto y sensibilizarse con la pobreza urbana, situación que marcaría profundamente la narrativa y poesía popular de su engranaje literario.

El ilustre insurgente, periodista, poeta y político Andrés Quintana Roo —esposo de Leona Vicario—, después de una entrevista producto del azar, se convirtió en el protector de Guillermo Prieto, lo que aunado a su inteligencia y tenacidad, le permitió tener casa, educación escolar (aunque nunca dominó el latín), un peculiar e importante aprendizaje autodidacta y un empleo meritorio en una aduana.

Hijo y tesoro de un tierno padre, tu dulce madre ¿dónde estará?

¡Dios de bondades! mirad su llanto, de su quebranto tened piedad.

Escritor de pluma ágil e inteligente, abrazó todos los géneros de la literatura: novela, poesía, cuento, crónica, y, por si fuera poco, también nos regaló ensayos y labor periodística, muchas veces bajo el nombre de Fidel, (por cierto en la investigación me encontré con que en las postrimerías de su vida colaboró para EL UNIVERSAL, ¿El mismo que tiene en sus manos?) La pregunta sería ¿a qué hora escribía? Imagínese, fue secretario particular de Valentín Gómez Farías, fundador de periódicos, miembro destacado del Partido Liberal, por lo cual participó de forma sobresaliente en el Plan de Ayutla, en la Constituyente de 1856-57, en La Reforma.

¡Detente! Que está rendida!,

¡Eh, contente, no la mates!

Y aunque la gente gritaba

corría como el aire,

Cuando quiso ya no pudo,

aunque quiso llegó tarde,

Que estaba la Migajita

revolcándose en su sangre…

Por si fuera poco, estuvo al frente de la Secretaría de Hacienda en cuatro ocasiones y una en la de Relaciones Exteriores, 15 veces fue diputado (recordemos la inestabilidad política del siglo XIX) y cercano colaborador en los continuos peregrinajes de Benito Juárez, hechos con el objeto de preservar la integridad del país ante las acometidas conservadoras y desde luego, de la francesa. No perdamos de vista que aceptar esas responsabilidades en aquellos tiempos era lo mismo que arriesgar la propia vida.

Despiadado crítico de Antonio López de Santa Ana, esto le acarreó múltiples persecuciones y el destierro, este último motivado por su apoyo a Juárez.

“Santa Ana, todavía excitado por la cólera, se volvió a mí y me dijo:

—¿Usted es el autor del artículo del Monitor?

—Sí señor.

—¿Y no sabe usted que yo tengo muchos pantalones?

Yo como había escrito en tono sarcástico, aunque con miedo, quise seguir la broma, y le respondí:

—Sí, señor, ha de tener más que yo.”

Lo cotidiano, lo popular del siglo XIX —así como Artemio del Valle Arizpe es parte de la época colonial—tiene en las descripciones de Guillermo Prieto una gran deuda, y nosotros una enorme oportunidad para enriquecer el espíritu con sus crónicas; vale la pena darle un jab a la neurosis, al estrés, a la interminable búsqueda de autoayuda:

“Al descender la pedregosa y precipitada Cuesta China, la caudalosísima corriente humana que había salido de México, y destacarse bajo tendidos horizontales, cercada de empinadas serranías y dominando verdes llanuras, el inesperado contrasentido de carruajes y caballos; trajes cortesanos, sombrillas, toldos, sorbetes y accesorios de lujo, confundiendo colores, equivocando conjeturas, provocando enigmas y patentizando dolores, no puede describirse.

Próceres y sirvientes, empleados y vagos, pizpiretas alegres y madres de familia agobiadas con el niño que llevaban en brazos, la maleta y el plumero, el anafre para improvisar comida, y la guitarra, como esperanza muda del futuro solaz.

En Querétaro, las vertientes de aquella inundación se arremolinaban en las plazas, se escurrían por callejones y vericuetos, y estancaban en los suburbios de la ciudad, que conmovida y como convulsa de sorpresa, abría los brazos hospitalarios a los huéspedes, y encendía el tráfico y el ruido hasta sus últimos rincones...” (Continuará con la próxima entrega)

Un breve parpadeo: Silvia Torres Castillejas es la ganadora del Premio Nacional de Ciencias y Artes 2007. No es el primer reconocimiento de importancia que recibe: Premio de Ciencias Exactas de la UNAM; Medalla Heberto Castillo del Instituto de Ciencia y Tecnología del DF y Medalla Académica de la Sociedad Mexicana de Física. Ella es una de las voces que indican que se debe de apostar por la ciencia y tecnología. Felicidades a esta mujer astrónoma que aporta, no palabras, sino trabajo y sabiduría al país.

El Universal (07 de Febrero de 2008)
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