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 Nota facilitada por: Jessy




 

CONCHA URQUIZA, POETA INFATIGABLE

El ombligo de Venus
Edith González Fuentes
12 de Junio de 2008

Cuautlehuamitl —águila que tiene flechas de fuego—, es el término con el que los antepasados designaban al sol para saludarlo todas las mañanas

Así saludemos a Concha Urquiza, poeta, mujer infatigable en la búsqueda de su interior, de su identidad, al grado de que: “Nunca amé a nadie con tal pasión del entendimiento y la voluntad, ni creo que después de haber sentido esto (supuestamente una intensa revelación interior), pudiese contentarme con el amor de un hombre”. Así comenzó su vida espiritual que la llevó al convento de las Hijas del Espíritu Santo, a las que abandonó, junto con su fogosidad, por motivos disciplinarios.

Para variar con el caso de una mujer, y más en una sociedad enterrada en el pasado, poco propicia para reconocer trabajo y méritos femeninos, —aunque también influyó su marginalidad de la sociedad literaria y la hoguera que esfumó parte de su trabajo— su obra hubiera pasado inadvertida, sólo gracias a gente cercana a ella, es que podemos gozar, al traspasar reconocimientos locales, de su facilidad para las letras y de su pasión por las formas clásicas.

Concha Urquiza nació en Morelia en 1910. Una de las poetas más importantes de la primera mitad del siglo pasado; fue de constantes contradicciones, comunista hasta 1937, pues se convirtió al catolicismo; excelente nadadora, murió ahogada a los 35 años, quizá para satisfacer un deseo de muerte; en alguno de sus poemas percibe un Dios destructor, en otros amante: “Te esperaré esta noche, Señor mío,/ en la siniestra soledad del alma:/ en la morada antigua/ donde el amor se lastimó las alas;/ por cuyos largos corredores gime/ la ausencia de tu voz y tus palabras. O, Quién sabe a qué Cristo negaron el agua/ y del triste pecho en la ardiente fragua/ hay una infinita sed desesperante…/ y vagan en una remota piragua/ altivos y solos, como el judío errante”.

De adolescente, su formación intelectual la desarrolló en Nueva York. Y se inclinó por el sendero del verso alejandrino, a metros y giros complejos y en desuso. El mundo convulsionado de su juventud no hizo mella en Concha Urquiza, lo cual puede no ser del agrado de muchos lectores, a los que habría que comentar que Concha no escribió para publicar, sino para recrearse, para describir ese misticismo expresado en Cantares, que sigue la huella de Juan de la Cruz cuyo Cántico Espiritual, es bien reconocido. No obstante a los 13 años, Revista de Revistas le publicó poemas.

“Y he de tornar y tornar/ como el péndulo viajero/ y como torna la niña/ cuando se mira al espejo./ Silencio de mis montañas,/ Pátzcuaro de doble cielo, yo he de tornar y tornar/ como el péndulo viajero.”

Es de reconocer cierta influencia rítmica de Sor Juana, aunque en su etapa de madurez creadora es portadora de originales características de estructura y temática. “El amor de los donceles/se fue por el monte arriba;/el amor de las doncellas/siguiendo sus pasos iba;/ni un brote dejaron,/ni una flor dejaron viva… Pan a callado el arrullo/de su flauta primitiva”.

Arrópela, no se arrepentirá.

Un brevísimo parpadeo: Adorables amigas, estrellas luminosas; Silvia Pinal y Adriana Roel. El espíritu queda satisfecho cuando nos regalan su experiencia en Adorables enemigas.

Otro brevísimo parpadeo: Quizá me hubiera gustado la candidatura de Hillary, pero al final del día, más gusto tengo de que al parecer terminan los intentos de poner de moda los despotismos familiares neoliberales.

Un breve parpadeo: Vergüenza, indignación, porque el encargado del área de derechos humanos de la PGR, Juan de Dios Castro declaró “enemiga del Estado” a Aleida Calleja, vicepresidenta de la Asociación Mundial de Radios Comunitarias. Renuncie, señor.

El Universal (12 de Junio de 2008)
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