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 Nota facilitada por:
  Myrna (y Jessy)





 

UN GOLPE MÁS AL PRECARIO
DESARROLLO DE LA CIENCIA

El ombligo de Venus
Edith González Fuentes
10 de Julio de 2008

He platicado con muchos jóvenes y ninguno piensa estudiar como carrera física o química, pocos piensan en la ciencia y la tecnología como su futuro profesional. Bueno, para acabar pronto, ninguno está enterado que la UNAM o Conacyt publican revistas de divulgación científica, nadie sabe de “Ergo Sum” o de alguna otra publicación de las universidades del interior de la República.

¿Qué se puede esperar en un país que destina menos de 0.5% de su PIB a la investigación científica? ¿Que ha subsidiado la investigación científica y tecnológica de transnacionales con 14 mil millones de pesos en los últimos siete años?

Algunos datos de la historia —por prejuicio— se esconden, por ejemplo; la Universidad Nacional de México; cuyo antecedente es la Real y Pontificia Universidad de México, fundada en 1551, fue creada ni más ni menos que por Porfirio Díaz, en 1910.

Reconocer este acierto no lo disculpa de los abusos, injusticias, asesinatos, despojos, migraciones forzadas y otros atropellos que cometió durante sus sucesivas gestiones, en nombre del orden y el progreso.

Después de la lucha armada, la revolución de 1910 comenzó un largo y complejo proceso de institucionalización, la universidad, a comparación de hoy, era el refugio de las clases conservadores afectadas, agregue que la izquierda se encontraba inmersa en la lucha sindical.
El ministro de Instrucción Pública era por ese entonces la máxima autoridad de la universidad, y el presidente nombraba al rector, de aquí se desprende quién mandaba en la vida académica.

Además, la universidad era sólo para una minoría; de los 15.2 millones de habitantes de México en 1910, 80% era analfabeta .

El movimiento por la autonomía académica, que ya tenía antecedentes en 1875 y en 1914, cristalizó en 1929, a raíz de que se intentó implantar un sistema de exámenes escritos y periódicos en la escuela de Jurisprudencia, medida a la que se opusieron alumnos y algunos maestros; ante ello, el presidente Emilio Portes Gil amenazó con la represión y clausuró el plantel.

Como respuesta vino el apoyo de la Confederación Nacional de Estudiantes y ante la generalización del conflicto y la represión, el director de la Facultad de Derecho, Narciso Bassols, renunció. El presidente se vio obligado a retirar a la policía de las instalaciones universitarias y a presentar al Congreso la ley que finalmente reconocería la autonomía universitaria.

El movimiento culminó el 10 de julio de 1929, con la Ley Orgánica que otorgaba autonomía a la Universidad Nacional de México.

El único homenaje que se le debe dar a Justo Sierra, a José Vasconcelos y a tantos otros distinguidos universitarios, es la defensa e impulso de la institución que genera 40% de la raquítica investigación científica del país.

Incluyamos a todas las universidades públicas que con grandes carencias aportan —no sólo en la preparación de cuadros profesionales—, investigación; base esencial del futuro económico de México.

Baste recordar que países como Japón, Irlanda, Portugal y Corea del Sur fundamentaron su desarrollo sobre tres “revoluciones”: agrícola, de ahorro y mercado interno y sobre la educación.

De seguir como vamos, pasaremos a ser un país de servicios, vulnerable y sin desarrollo. Es incoherente pedirle a la UNAM un recorte presupuestal a fin de beneficiar programas populistas cuya ineficiencia ya se demostró.

Un breve parpadeo: llegamos al Metropólitan prestos a ver un espectáculo láser con música de Pink Floyd. Sorpresa: tuvimos que comprar unos lentes de vil cartón en 50 pesos para poder apreciar adecuadamente el espectáculo ¿Hasta cuándo se respetará al consumidor?

El Universal (10 de Julio de 2008)
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